Muerte
tanática y muerte erótica
(Basado en los escritos de Alcira
M. Alizade)
Tanto en la vida como en la muerte operan las dos
pulsiones, eros pulsión de vida, tánatos pulsión de muerte. Una pulsión dentro
de términos freudianos, es la energía psíquica que conduce al sujeto a realizar
una acción, con el objetivo de satisfacer una tensión interna.
En el proceso de muerte puede darse una muerte
tanática que conduce a la desintegración; o una muerte erótica que tiende a la
unión, a la síntesis. Incluso en estos dos tipos de muerte operan las
pulsiones, solo que en la muerte erótica predomina la pulsión de vida y el amor
a la vida a pesar de tener que dejarla, y la pulsión de muerte en este caso, ayuda
simplemente a que el trance prospere hasta su desenlace. En la muerte tanática
en cambio, predomina la pulsión de muerte en su acepción destructiva; parece
una muerte a destiempo, no aceptada y asimilada con furia.
La muerte erótica es la muerte que facilita el duelo.
Que tiene que ver en este contexto con el trascender el narcisismo hacia una
forma más saludable de convivir con el otro, hacia la preocupación solidaria
por los congéneres y la aceptación de la transitoriedad de la existencia.
Quien atraviesa una muerte erótica ayuda a los que
se quedan, a los deudos a duelarlo, en una mejor comprensión de su vida y su
paso por esta, para que estos puedan recuperarse y disfrutar de los placeres
que la vida les ofrece, por eso lo describimos como protagonista en vez de
víctima; acepta su posición perecedera en esta tierra y por tanto se esfuerza
por el intercambio de comunicación empática verbal o metaverbal, proveyendo a
su seres queridos de huellas importantes y privilegiadas para su recuerdo
posterior, con menos dolor y más hacia una identificación como ejemplo de vida
.
Alizade, una psicoanalista argentina, escribe al
respecto: "En el caso de una muerte erótica, el muerto señala a sus seres
queridos la responsabilidad de ser dichosos sin él, de recordarlo sin
melancolía en la alegría de vivir que les ha enseñado o procurado".1
La muerte tanática en cambio, esta
desprovista de grandes actos hacia los semejantes, es más bien, una muerte a
muerte; el moribundo se envuelve en un tipo de embotamiento mental con
expresiones que lo alejan del mundo de los vivos, como la indiferencia,
retraimiento, etc., con sentimientos “negativos” que siembran sufrimiento en su
entorno familiar. En muchos casos el sentimiento de envidia hacia los sanos
suele ocupar un importante lugar, cosa que puede expresar en forma abierta y
solapada. Alizade dice: “En este caso, el muerto actúa en el superyó de los
sobrevivientes limitando sus placeres e imponiendo una suerte de obediencia de
persistir duelando y de no disfrutar demasiado de la vida”2.
Yalom, psicoterapeuta existencial dice al respecto
del morir: “La muerte y la vida son dos conceptos que se los manejan juntos,
conocemos el significado del otro por la definición de su opuesto.”
Podemos trascender este sentido al integrar la
muerte en la vida, como decía Heidegger: “la idea de muerte nos salva”, para
llegar a modos de existencia más auténticos. Este proceso se concluye solamente
aceptando el fenecer humano, sin fatalismos ni morbosidades, simplemente con la
conciencia de nuestra realidad y naturaleza.
NOTAS Bibliográficas
1ALIZADE, Alcira M., Clínica con la
muerte, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1996, pág. 72.
2Idem.
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