Sueño con un día en que no solo las mujeres decidamos emprender caminos de sanación, donde no sólo nosotras vayamos a desenterrar el inconsciente colectivo donde guardamos nuestras heridas, donde no solo nosotras busquemos en nuestra historia individual los procesos inconclusos para sanarlos, donde no sólo nosotras tengamos que empoderarnos para ser valientes y fuertes, donde no sólo nosotras busquemos la conexión profunda con nuestra alma para sanarnos y sanar el mundo. 

Sueño con el día en que nuestros compañeros decidan emprender ese camino con nosotras, a nuestro lado, en equidad, que decidan sanarse para sanar el mundo, que se empoderen de sí mismos para integrar su masculinidad, que descubran una nueva forma de ser hombre en estos tiempos y con nosotras no sumisas, con nosotras empoderadas y sin miedo, sin miedo a ellos y a esta cultura, que juntos cambiemos los paradigmas de esta sociedad patriarcal hacia nuevas formas de convivencia.


Sueño con el día en que empiecen a reunirse en círculos de hombres donde se abran a sus emociones y a curarse en comunidad, donde llenen los talleres de introspección y las salas de terapia para verse a sí mismos.

Sueño con el día en que nos enseñemos mutuamente y sin pretensiones, hombres y mujeres, hacia una nueva humanidad. Mujeres y hombres medicina caminando juntos.


Sueño eso y más, porque no puedo con el sentimiento que ahora me ahoga frente a tanta violencia incomprensible, como una forma de hacer frente a la impotencia, a la rabia, la desesperanza, la empatía agobiante. Sueño para que soñemos todos, y concretemos entre todos.

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